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Criada en un orfanato de monjas, fue conocida por su firme determinación, ambición y vitalidad que aplicaba a su vida profesional y social. Alcanzó éxito como empresaria y prominencia social en la década de 1910 gracias a los contactos que le ofrecía su trabajo. Altamente competitiva, su personalidad oportunista la llevó a tomar decisiones cuestionadas que generaron controversia y dañaron su reputación, especialmente su posición durante la ocupación alemana de Francia en la Segunda Guerra Mundial.
Cuando el 28 de junio de 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, Coco se dio cuenta que los nuevos tiempos exigían un estilo mucho más deportivo y funcional, adaptado a las nuevas circunstancias.
Lo primero que hizo fue suprimir el corsé del traje femenino para dar mayor libertad de movimientos a las mujeres. Dos años más tarde introdujo el punto en sus colecciones, un tejido que nadie había utilizado hasta entonces para la alta costura pero que encantó a sus clientes.